México enfrenta un desafío económico significativo al asumir la responsabilidad de repatriar a migrantes centroamericanos que Estados Unidos envía a territorio mexicano. Esta situación, que se ha intensificado en los últimos años, representa un gasto considerable para las arcas públicas mexicanas y plantea interrogantes sobre la sostenibilidad financiera de estas políticas migratorias.
La factura de la repatriación: cifras que preocupan
El costo de gestionar el flujo migratorio no es menor. Para 2025, el gobierno mexicano tiene proyectado destinar casi 640 millones de pesos exclusivamente para la repatriación de centroamericanos. Esta cifra se suma a un gasto histórico considerable: entre 2015 y mayo de 2019, el Instituto Nacional de Migración (INM) ya había desembolsado 1,633 millones de pesos en el traslado de migrantes.
El desglose de estos gastos revela la complejidad de la operación. No se trata únicamente del transporte hasta las fronteras de origen, sino que incluye una serie de servicios esenciales:
- Albergues temporales: Solo entre octubre y diciembre de 2018, se invirtieron 701,053 pesos en albergues de Chiapas, Oaxaca y Baja California. Para los primeros cinco meses de 2019, la cifra destinada a Chiapas ascendió a 836,776 pesos.
- Servicios básicos: El INM debe proporcionar agua, alimentos, asistencia médica y documentación a los migrantes durante su estancia en territorio mexicano.
- Repatriación de fallecidos: En los casos más trágicos, el costo de repatriar un cadáver a países centroamericanos oscila entre 35,000 y 57,000 pesos, dependiendo del servicio requerido.
Impacto económico más allá del presupuesto federal
El fenómeno migratorio no solo afecta las finanzas públicas directamente, sino que tiene repercusiones en diversos ámbitos de la economía nacional:
- Mercado laboral: La integración de migrantes al mercado laboral mexicano aumenta la competencia por empleos, especialmente en sectores informales o de baja calificación, lo que puede presionar a la baja los salarios y potencialmente aumentar el desempleo.
- Servicios públicos: La llegada masiva de migrantes genera una carga adicional sobre sistemas de salud, educación y seguridad que ya enfrentan limitaciones presupuestarias.
- Oportunidades perdidas: Los recursos destinados a la repatriación podrían estar dirigidos a otros sectores prioritarios para el desarrollo nacional.
Alternativas para optimizar los recursos
Ante este panorama, México podría implementar estrategias que permitan gestionar eficientemente los recursos sin descuidar sus compromisos humanitarios:
1. Fortalecer la cooperación internacional
- Corresponsabilidad financiera: Negociar con Estados Unidos y países centroamericanos mecanismos de financiamiento compartido para los programas de repatriación. Si México asume la carga operativa, otros países podrían contribuir proporcionalmente al financiamiento.
- Ampliar la participación de organismos internacionales: Incrementar la colaboración con entidades como la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), que ya ha apoyado proyectos para fortalecer la capacidad del gobierno mexicano en este ámbito.
2. Optimizar los procesos de repatriación
- Digitalización y eficiencia administrativa: Implementar sistemas digitales que agilicen los trámites y reduzcan costos operativos en la gestión migratoria.
- Consolidación de rutas de repatriación: Establecer corredores eficientes que permitan reducir costos logísticos mediante economías de escala.
3. Transformar el gasto en inversión social
- Programas de integración laboral temporal: En lugar de asumir costos inmediatos de repatriación para todos los migrantes, implementar programas que permitan a algunos integrarse temporalmente al mercado laboral formal mexicano, contribuyendo así a la economía local.
- Capacitación y emprendimiento: Destinar parte de los recursos a programas de capacitación que fomenten el autoempleo y emprendimiento entre migrantes, transformando un gasto en una potencial inversión.
4. Ampliar las fuentes de financiamiento
- Adaptación del Modelo 3×1: Inspirarse en el programa 3×1 para Migrantes, que combina aportaciones gubernamentales con recursos de clubes de migrantes, para crear un esquema similar enfocado en la repatriación.
- Fondos internacionales específicos: Gestionar la creación de fondos internacionales dedicados específicamente a la gestión migratoria en países de tránsito como México.
Un equilibrio necesario
La gestión migratoria representa uno de los mayores desafíos para México, tanto desde la perspectiva humanitaria como financiera. El reto para el gobierno es encontrar un equilibrio que permita cumplir con sus responsabilidades internacionales sin comprometer la estabilidad de las finanzas públicas.
La solución no radica únicamente en aumentar el presupuesto destinado a migración, sino en repensar integralmente la política migratoria para que sea sostenible en el largo plazo. Esto implica no solo la optimización de recursos, sino también un enfoque preventivo que aborde las causas estructurales de la migración en los países de origen, con la participación activa y financiera de todos los actores involucrados, especialmente Estados Unidos como principal destino de estos flujos migratorios.
El dinero de los contribuyentes mexicanos merece ser administrado con responsabilidad, y eso significa que la carga de la solidaridad debe ser compartida equitativamente entre todas las naciones implicadas en este complejo fenómeno regional.