Introducción
La presidencia de Claudia Sheinbaum ha inaugurado una etapa de alta complejidad política en México. El presente paquete editorial dual reúne dos visiones analíticas complementarias: una columna crítica y simbólica, que interpreta los signos visibles del poder en contención, y un ensayo estructural que reflexiona sobre las limitaciones del reformismo político en el siglo XXI.
Estas dos piezas permiten al lector explorar, desde diferentes registros, el mismo fenómeno: la tensión entre legitimidad democrática, exigencia de resultados y restricciones sistémicas. Lejos de contradecirse, ambas voces se enriquecen mutuamente y ofrecen una lectura profunda del momento histórico que vive México.

Parte I: Sheinbaum: la presidenta del péndulo
Por el equipo editorial de Poder y Política
21 de marzo de 2025
Claudia Sheinbaum ha entrado a la presidencia con la historia presionándole los hombros y la coyuntura obligándola a actuar. No lleva ni medio año en el poder, pero ya se enfrenta a un escenario de contención permanente: seguridad en crisis, tensiones diplomáticas, estancamiento económico y un tejido social desgarrado por la violencia.
La palabra que no pronuncia —“exterminio”— dice tanto como sus discursos. El campo de horrores descubierto en Teuchitlán ha encendido todas las alarmas. En lugar de liderar una catarsis nacional, el gobierno eligió blindar el lenguaje, controlar la narrativa y mover los reflectores hacia la Fiscalía de Jalisco. Lo que está en juego no es solo el sentido de la justicia, sino la credibilidad del Estado frente al crimen organizado.
En casi todas las portadas nacionales de los últimos días, Sheinbaum ha sido protagonista. Cada emergencia es una vitrina y cada respuesta, una operación simbólica. La presidenta ha optado por absorber el conflicto, centralizar el discurso y proyectar control. Pero el método revela una constante: gobierna desde la reacción, no desde la anticipación.
En el plano internacional, los viejos fantasmas vuelven: amenazas de intervención, aranceles, tensiones con Washington. Frente a ello, el gobierno mexicano se atrinchera en el discurso de soberanía mientras coopera en lo operativo. Un péndulo que va de la dignidad al pragmatismo, sin terminar de asentarse en ninguna orilla.
El ámbito económico también arroja signos preocupantes. Las proyecciones de crecimiento son sombrías y el Ejecutivo evita el tema, refugiándose en una retórica genérica. Lo mismo ocurre en ciencia y derechos humanos: soluciones tecnológicas se anuncian con entusiasmo, pero las madres buscadoras siguen sin respuestas y la indignación social se profundiza.
En este tablero complejo, Sheinbaum ha elegido no romper el juego, sino sostenerlo. Es una presidencia que no se permite el colapso, pero tampoco se atreve a la transformación. Contención, no revolución. Estabilización, no reinvención.
Y sin embargo, algo es claro: el poder no se sostiene con palabras pulidas ni con posicionamientos hábiles en conferencia de prensa. El país exige actos profundamente éticos, eficaces y valientes. De lo contrario, el péndulo no se detendrá: oscilará entre la esperanza frustrada y el desencanto creciente.

Parte II: La Encrucijada de México: Sheinbaum y la política del equilibrio imposible
Por la Redacción Internacional
21 de marzo de 2025
En el escenario político contemporáneo, pocas figuras enfrentan el nivel de escrutinio al que está sometida Claudia Sheinbaum Pardo. Tras casi seis meses de asumir la presidencia mexicana, la primera mujer en ocupar este cargo se encuentra atrapada en una paradoja de gobernanza: heredera de un proyecto transformador, pero administradora de una realidad que demanda pragmatismo.
El hallazgo macabro en Teuchitlán no es meramente un incidente aislado sino un símbolo de la descomposición institucional que México ha experimentado durante décadas. La respuesta gubernamental —calculada, medida, técnica— revela las contradicciones fundamentales del nuevo régimen: se presenta como ruptura histórica mientras emplea los mecanismos tradicionales del poder. La transferencia de responsabilidades hacia la Fiscalía de Jalisco, aunque jurídicamente defendible, evidencia la persistencia de una cultura política donde la centralización del discurso prevalece sobre la transparencia sistémica.
Esta dinámica se replica en el ámbito diplomático, donde la administración Sheinbaum navega entre la retórica de autonomía nacional y la inevitable interdependencia con Estados Unidos. Ante las presiones del gobierno Trump, México oscila entre la dignidad discursiva y las concesiones prácticas, un ejercicio de equilibrismo político que, si bien evita confrontaciones inmediatas, elude abordar las asimetrías estructurales de la relación bilateral.
En materia económica, las señales son igualmente preocupantes. El modelo de desarrollo propuesto —continuidad del sexenio anterior— muestra signos de agotamiento precisamente cuando el entorno global exige mayor competitividad e innovación. La ausencia de un planteamiento renovador en política industrial, transformación energética y diversificación comercial sugiere un conservadurismo económico paradójico en un gobierno que se autodefine como progresista.
El abordaje a los derechos humanos resulta particularmente revelador. Las madres buscadoras representan no solo una tragedia humanitaria sino un desafío epistémico para el Estado mexicano: ¿cómo conciliar la retórica de justicia social con la persistencia de la impunidad? La tecnificación de las respuestas gubernamentales ante este drama colectivo refleja un distanciamiento entre las abstracciones del poder y el sufrimiento concreto de la ciudadanía.
Lo que presenciamos es la cristalización de un fenómeno político característico de nuestro tiempo: administraciones que, habiendo llegado al poder con promesas de cambio sustantivo, terminan priorizando la estabilidad sobre la transformación. Este centrismo pragmático —visible en diversas latitudes del espectro ideológico global— ofrece continuidad institucional a costa de postergar reformas estructurales.
La presidencia de Sheinbaum ilustra así las limitaciones inherentes al reformismo contemporáneo: mientras la legitimidad democrática exige resultados tangibles, la complejidad de los problemas nacionales y las restricciones del orden internacional imponen márgenes estrechos de maniobra. El péndulo gubernamental no es, por tanto, una elección estratégica sino un reflejo de las contradicciones sistémicas que enfrenta cualquier proyecto político en el siglo XXI.
No obstante, la historia nos enseña que los momentos de crisis pueden convertirse en oportunidades para la reinvención institucional. La encrucijada actual demanda no solo gestión técnica sino visión histórica; no solamente contención de daños sino reconstrucción del tejido social. El verdadero desafío para la administración Sheinbaum será trascender la lógica pendular para articular un proyecto coherente donde la estabilidad no sea antítesis del cambio sino su condición de posibilidad.
La consolidación democrática de México —y por extensión, de América Latina— dependerá no de la habilidad retórica de sus líderes sino de su capacidad para reconciliar las expectativas ciudadanas con las restricciones estructurales del poder. En este sentido, la presidencia de Sheinbaum no debe evaluarse por sus primeros seis meses sino por su disposición a confrontar las contradicciones fundamentales que atraviesan al Estado mexicano contemporáneo.